El demonio se agita a mi lado incesante.
Flota a mi alrededor como el aire impalpable.
Así me conduce, lejos de la mirada divina, jadeante y destrozada de fatiga, al centro de las llanuras del hastío... profundas y desiertas.
Lo respiro, siento como quema mi pecho
y lo llena de un deseo eterno y culpable.
Y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
y el aderezo sangriento de la destrucción.
Las flores del mal.
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