Por todas las lágrimas que derrame por ti y solo por ti. Por todas ellas, que cayeron desapercibidas. Puras, cristalinas y amargas. Derrame mi amor por ti en cada una, que rozaba mi piel mientras el dolor traspasaba, desgastándome.
Prometiste que tu amor era verdadero…
Y decidí arriesgarme y amarte yo también porque eras perfecto. Pero creí en algo que se agotó rápidamente, mucho antes de que pudiera disfrutarlo. Y entonces empecé a morir...
Dolía el despertar, dolía el respirar, dolía soñar y que no estuvieras. Mi vida era dolor y solo dolor.
Una condena, una eterna penitencia.
Llantos y lágrimas. Rumbo perdido. Sin sentido. Vacío.
Pero ya no...
Grabaste en mí el rostro del dolor, pero no mereces nada de mí. Incluso mis lágrimas son demasiado valiosas para ti. Aunque tenga que cerrar mis ojos para siempre con tal de no derramar ni una sola más, que sepas que lo haré.
Y no te esfuerces por recoger todos mis líquidos lamentos, porque es demasiado tarde para hacer nada. Lo que destruiste, deshecho se quedará imperecederamente.
Adiós para siempre, mi amor.
Ellas me arrastran al fondo, ya he dejado de morir, ya estoy muerta.
Pero al fin he dejado de llorar.
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