Atravieso un camino por una tierra desierta.
Conozco este lugar como la palma de mi mano.
Siento cada palmo de la tierra en mis pies desnudos,
a la vez que el sonido del río baña mis oídos.
Continúo mi camino a contracorriente,
y cada vez me siento más débil y senil.
Dime cuándo podré dejar de andar,
cuándo llegaré al final, cuándo me dejarás entrar.
cuándo llegaré al final, cuándo me dejarás entrar.
Porque el cansancio es cada vez más notable y necesito empezar de cero.
Entonces llego a un lugar que me resulta familiar.
Un árbol yace muerto y dormido,
aunque siento como si sus ramas estuvieran vivas y me observaran.
Cubierto por pétalos de cerezo,
se resigna a no crecer más, a no avanzar, mientras el viento lo erosiona.
De alguna forma sé que no debo abandonarlo, que tengo que quedarme esperando.
Permanecer junto a él hasta que aparezcas para salvarme aquí,
al final de todas las cosas.
al final de todas las cosas.
Quiero ir contigo como solíamos hacer antes.
Irnos a ese lugar que sólo nosotros conocemos,
a ese lugar nuestro, únicamente nuestro.
a ese lugar nuestro, únicamente nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario