¿Acaso será él?

Una lluvia exasperante en mis ojos blanquecinos, el piano tétrico en el rincón de la sala, haciendo melodías con el viento.
Afuera, en el árbol rojo, la lluvia invisible emite horribles sonidos en las golondrinas metálicas, que lloran a la luna negra las noches de luz tenue.
Mientras, alguien trota en mi techo, parecen los negros jinetes con sus decapitadas cabezas cuadradas.
Es media noche y no hay estrellas en el cielo.
Él va o tal vez flota en la neblina espesa que no me deja verlo. De pronto, la luz de la luna en luto esclarece tanto que arden los gusanos negros de la tierra. Él, en cambio, se desvanece como una burbuja incolora; el sabor ácido en mis manos las derrite. La furia de las noches se desaten sin él. 
Caminos sin final llevan al mismo lugar, donde la noche es solo una frazada negra despintándose, y la luna es un caramelo sin sabor. De pronto, alguien sale del mar. Allí, al fondo, un ángel montado en el sol colosal da los matices a la descolorida escena de mis sueños, extiende sus brazos de cristal dándole color al mar, sonríe al salirle lágrimas, que por cada una; brilla una estrella u otro astro más. Pero no, no es él.
Los violines acompañan mi soledad...
Desplomada en el suelo de mi habitación me veo a mi misma; en el rincón hereje de mi soledad... alguien me toma de la mano y destruye mis miedos con un beso húmedo diciendo :  Aquí estoy...
Pero, ¿acaso será él?.